A las 2:30 pm del lunes, Luis López se para bajo la sombrilla multicolor y atrae a los pasajeros del autobús con pedazos frescos de piña o elotes. Al final del día, López, un vendedor ambulante, se embolsa cientos de dólares que enviará a sus tres hijos y a su “bella esposa” en México.
López guiña un ojo: “Es mi trabajo darles un postre rápido de camino al trabajo. Mi trabajo es satisfacer sus antojos”.
Una nueva ley de la ciudad impulsada por las aceras abarrotadas, la basura y las ventas ilegales requerirá que los vendedores ambulantes como López tengan un permiso. A partir del 16 de junio, a los vendedores sin un permiso válido se les pedirá que se retiren y estarán sujetos a una multa a partir de $100. Este último puede ser retirado con cumplimiento retroactivo.
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